jueves, 21 de octubre de 2010

Que chuuucho Manucho!!



En el mundo de la actuación el pánico escénico existe mas de lo que creemos. Son muchos los actores que lo experimentan. Estan felices con el proyecto que estan ensayando, ponen todas sus ganas y su energìa, se preparan en todas las disciplinas que la obra en cuestiòn les requiere…pero cuando llega el momento de salir a escena no pueden. NO PUEDEN. Se paralizan, se desmayan, se descomponen, algun mecanismo inconciente se les dispara para que algo que desearon durante meses no pueda concretarse.

Lejos de las tablas, y en el mundo real a mucha gente le sucede lo mismo.
Desean con todas sus fuerzas llegar a tener una relación con esa persona que eligieron, que les sume a su vida, que los llene de felicidad , que les de serenidad, que los haga sentir bien hombres (o mujeres en el caso contrario) en la cama. Pero cuando después del perìodo de conquista tan maravilloso, tienen que salir “ a escena” buscan el pelo al huevo, para arruinarlo todo, con discusiones esteriles, que lo unico que hacen es alejarlos y de esa manera toman distancia. Distancia que les da, en cierto modo, seguridad.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Ciego, sordo y mudo


Una mañana desayunaba en un hermoso bar de la ciudad de Córdoba en el Paseo del Buen Pastor ( referencia para los que lo conocen). Frente a mí estaba sentada una pareja . Tendrían 25 años. Supongo que serían novios y que no vivían juntos. Bonitos ambos. El leía minuciosamente el diario. Ella no.
A él se lo veía entretenido con su lectura. A ella no. El no se movía demasiado, solo sus brazos para cambiar de página cada tanto de ese enorme diario que le tapaba la cara. Ella no paraba de moverse. Abría su cartera sacaba un espejo, se miraba y lo guardaba. Sacaba brillo de labios, se ponía y lo guardaba. Tomaba una gomita para el pelo se ataba con una cola bien alta, se la sacaba. Abría nuevamente la cartera. Sacaba sus grandísimos lentes negros y mientras se los ponía se miraba nuevamente al espejo.
El seguía concentradísimo en su diario.

Ella no sabía que otro intento ( en vano, por cierto) hacer para que él cerrara su bendito diario, la mirara y cruzaran así unas palabras.

Más allá de no conocer la verdadera historia de estos chicos, pensaba en cuantas veces estamos solos estando en pareja.. Nos convertimos en seres invisibles para el otro. No nos registramos. No escuchamos ni vemos al otro por más cerca que se encuentre físicamente. Creo que es la peor de las soledades.

Y a esa soledad…. Le paso!!